Es temprano por la mañana. El día lo pones tú.
El punto de luz que se cuela por el agujero de la persiana se desplaza por la pared, pasa a tu mejilla y brilla en tu párpado izquierdo. Todavía te cuesta abrir los ojos y, la lluvia y el viento que azotan la ventana no ayudan a darte el empujón que necesitas para levantarte.
“Cinco minutos más.” – Te engañas.
En realidad da igual. El agua es sólo agua y el viento que ahora te para, luego empuja. Y lo mismo pasa con el desnivel; ya lo decía Juan Rulfo en “Pedro Páramo”:
“Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja”
Y así son las salidas, las horas, los días. Todo.
Las cosas no son sólo cosas; las cosas son tu interpretación de las cosas.